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¡ PINTAR YA NO ES SOLO COSA DE NIÑOS !
Numerosas ejecutivas utilizan los mandalas como fuente de energía y fortaleza. Lo que en América ya es una tendencia desde hace tiempo, está ganando cada vez más popularidad en Europa y también puede ser de ayuda para las pacientes de cáncer. Originalmente, la práctica de colorear mandalas la realizaban los monjes tibetanos. En Europa, el psiquiatra suizo C. G. Jung (1875-1961) estaba convencido de la influencia positiva de la espiritualidad en la salud humana. Jung se dio cuenta de que las propiedades de los mandalas pueden influir en el interior del ser humano y tener un efecto positivo y curativo en la psique y el subconsciente. Además, colorear aporta fuerza y energía. Ayuda a liberarse de pensamientos que generan represión, ansiedad y preocupación.
Gracias a su estructura circular, ordenada, geométrica y compleja, los mandalas transmiten una sensación de seguridad y evocan un anhelo de orden interior. Trabajar en un mandala con alegría y pasión, de manera paciente y con un objetivo concreto, permite centrarse en el momento presente. Todo lo que importa es el momento, el aquí y el ahora. De esta manera, podemos recargar las pilas y, en cuestión de minutos, lograr calma y serenidad dentro de nosotras. Se entra en un estado meditativo, a la vez que se reduce el estrés.
DIRECCIÓN AL COLOREAR
Puedes pintar de afuera hacia adentro; en un sentido figurado, el centro del mandala representa nuestro propio centro interior. Al llegar a ese punto, nos
encontramos a nosotras mismas. Se restaura la armonía, la calma interior y el equilibrio.
Desarrollo: webmando.at
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