La tita Tina, una superheroína

Un día, mi gran amigo Franz me llamó por teléfono. Me dijo: «Oye, ayer vi a Tina. Sé que ahora estás liada con lo tuyo, pero a ella también le han diagnosticado un cáncer y va a tener que recibir quimio y tal. Las dos sois de carácter fuerte y bastante afines. ¿Qué te parece si quedas con ella para apoyaros la una a la otra?». Lo primero que pensé fue: «¡Pero qué dices!». Tina me ha caído siempre muy bien, pero nunca hemos sido amigas íntimas. Nos hemos llevado bien cuando hemos coincidido. He vivido momentos divertidos junto a esa chica islandesa tan guapa de risa contagiosa, pero nunca llegamos a ser muy amigas. Así que la sugerencia de Franz no me pareció buena idea. ¿Cómo iba a ayudar a otra persona con sus problemas, si ya tenía bastante con los míos? ¡Ahora no puedo con tantas cosas!

 

Tina pensaba exactamente igual que yo. Porque claro, siendo Franz como es, a ella también le había comentado lo mismo. Las dos nos sentíamos desbordadas con nuestras vidas. No pensamos en esa posibilidad porque estábamos tan centradas en nosotras mismas que no creíamos que pudiera ser algo bueno para las dos.

 

Pero me animé a enviarle un mensaje. Por lo menos, quería decirle que sentía que ella también tuviera que pasar por esta situación. En seguida hablamos por teléfono y nuestras corazas se desmoronaron nada más decir la primera palabra. Quedamos para vernos al día siguiente.

Debes acceder para ver éste contenido. Por favor . ¿Aún no eres miembro? Únete a nosotros

!